Frente a la actual crisis de valores de la sociedad contemporánea, la formación ética y en valores alcanza una validez fundamental como toma de conciencia del valor absoluto de la persona, y de las normas básicas de respeto y convivencia que aseguren la dignidad de la persona y la realización de sus valores.
Es así que ante la realidad social que padece nuestro pueblo, como educadores necesitamos conocer bien los compromisos que debemos asumir a fin de lograr las transformaciones sociales, políticas y económicas necesarias para que los individuos y la sociedad en general logren la realización justa y equitativa de todos.
Por ello, cuando se habla de una formación ética y en valores, es aquella que debe llevarnos a mejorar nuestro quehacer educativo, asumimos que esta formación implica la construcción de la persona, la reflexión, revisión y comprensión de su ser, afectividad, valores y actitudes.
Precisamente como educadores debemos promover en el participante, en el aprendiz una formación en pro del ser humano y al desarrollo de valores auténticos que le permita ensanchar su capacidad creativa en bien de la humanidad.
Es así que ante la realidad social que padece nuestro pueblo, como educadores necesitamos conocer bien los compromisos que debemos asumir a fin de lograr las transformaciones sociales, políticas y económicas necesarias para que los individuos y la sociedad en general logren la realización justa y equitativa de todos.
Por ello, cuando se habla de una formación ética y en valores, es aquella que debe llevarnos a mejorar nuestro quehacer educativo, asumimos que esta formación implica la construcción de la persona, la reflexión, revisión y comprensión de su ser, afectividad, valores y actitudes.
Precisamente como educadores debemos promover en el participante, en el aprendiz una formación en pro del ser humano y al desarrollo de valores auténticos que le permita ensanchar su capacidad creativa en bien de la humanidad.
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